¿Cómo pretendes que te exprese mi cara
aquello que tu corazón no merece?
Yo tengo en mi espíritu,
Un graduador de espadas,
Las siente tan afiladas que
Más que cortar afeitan,
Los pelos crecientes de las lenguas mal habladas.
Convivo, lo mismo con palabras que acarician,
Que, con pecados mortales de pensamiento,
O sostengo conversaciones de picardías,
Convenidas en sátiras, según el momento.
Tengo humor de perro viejo y dolorido
El día de la semana que a duras penas he dormido.
No me muta la cobardía ante los ladridos,
Que siendo yo quien más ladra
En ocasiones también he mordido.
Tengo un hábito que me cubre la vergüenza,
Y en caso de verme comprometida,
Tengo también las tijeras,
Que en jirones la desmonta
Complementándome a mí misma
Con la falda aún más corta.
Tengo miedos que tienen tantos años
Como las canas que peino,
Y a ellos siempre recurro
Para tener los pies en el suelo,
Entre la tierra que me vio crecer
Desenredándome el pelo,
De entre las espinas
Que crecían junto a las piedras,
Y aquel arroyo de agua
Que de mis lágrimas siempre se sostuvo.
¿Cómo pretendes que te exprese mi cara
aquello que mi corazón no siente?
Tengo tantas personalidades vividas
Que en ocasiones
Hago de mis tertulias terapia interna.
Aunque fotografiara el momento
De caras decepcionadas al encontrarse
Con mis respuestas estrepitosamente cortantes,
El jaleo del contrincante nunca sería lo mismo,
Que así, si doy motivos,
No les faltarán nunca, un porque para odiarme.
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